Elvira de Hidalgo by Juan Villalba Sebastián

Elvira de Hidalgo by Juan Villalba Sebastián

autor:Juan Villalba Sebastián [Villalba Sebastián, Juan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Biografía, Música
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00


38. Elvira a su llegada a La Habana, 3 de mayo de 1926

Desde el primer momento, Andrés Perelló de Segurola la colmó de atenciones, celebrando varias comidas en su compañía para agasajarla y presentarle a las autoridades más importantes de la isla. Así, el día 6 de mayo comieron en el elegante restaurante París de la calle O’Reilly, acompañados por el embajador de España, aristócratas, acaudalados comerciantes y lo más granado de la prensa.

Mientras esperaba su presentación en el Teatro Nacional (antiguo Tacón) de la capital, anunciada para el 22, aprovechó para conocer la hermosa capital e ir de compras, en especial a sus lujosas tiendas El Encanto, novedosos almacenes por departamentos, fundados en 1888 por los emigrantes asturianos José y Bernardo Solís, un ejemplo a seguir por la industria debido a su capacidad de innovación, prácticas comerciales y modelo de negocio; de hecho su socio y gerente, César Rodríguez González, estuvo en los orígenes de El Corte Inglés y Galerías Preciados. Tras la Segunda Guerra Mundial se expandieron por todas las principales ciudades cubanas e incluso por ciudades estadounidenses, convirtiéndose en tiendas de referencia para las estrellas de Hollywood. Tras el triunfo de la Revolución en 1959, con el régimen socialista, El Encanto fue confiscado y cerrado. Unos años más tarde, en 1971, una bomba incendiaria reduciría a cenizas la sede central.

A Elvira siempre le había gustado vestir bien, pero en esos momentos de su vida se sentía especialmente atraída por la moda; como veremos luego, conocía a grandes modistos y vestía de alta costura. Elegancia que no pasaba desapercibida para la presa, una constante, junto a su belleza, en todas las descripciones de su persona.

Por otro lado, fue invitada por los más selectos clubs, el Havana Yacht Club y el Country Club, entre otros; alternó con los potentados de todas las latitudes que se encontraban en esos momentos en la isla y con las familias más importantes, caso de la condesa de Buenavista, María Francisca de las Mercedes O’Reilly y Pedroso, a partir de ese momento declarada admiradora y amiga. También algunos millonarios atracados en el puerto con sus fastuosos barcos tuvieron a bien invitarla a visitarlos, por ejemplo Joseph Snyder, en cuyo impresionante yate privado fue fotografiada para la prensa. Todos los periodistas concluían sus artículos sobre su presencia social en términos parecidos a los siguientes del redactor del Diario de la Marina: «La gran artista sorprendió a todos por su belleza, por su elegancia, por su distinción, por su cultura».

También pasó un par de veladas muy agradables con el barítono Vicente Ballester, al que conocía desde hacía tiempo, muy querido en Cuba, pues ya había cantado en años anteriores en sus teatros mucha ópera y zarzuela, y entonces se encontraba en uno de los momentos más dulces de su carrera, si bien ya estaba enfermo. Llegaba para intervenir en un par de recitales en el Nacional durante los días previos a la temporada operística. Desgraciadamente, al concluir en Cuba, regresó a su Valencia natal con la finalidad de descansar, pasar unos días con su familia y cantar en su ciudad.



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